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¿DIABETES Y FISIOTERAPIA?


Se sabe bien que el área laboral de un fisioterapeuta es muy amplia, dentro de ellas se encuentra la prescripción del ejercicio. Es de suma importancia que las personas que por cualquier motivo quieran comenzar una rutina de actividad física, sea cual sea la causa que lo requiera, acudan al personal adecuado y capacitado para prescribir dicha rutina.

Numerosos estudios han demostrado que el ejercicio físico o la actividad deportiva practicados con regularidad ejercen un efecto preventivo sobre diversas enfermedades y es hoy una herramienta terapéutica en el tratamiento de las afecciones más prevalentes en los países desarrollados, como la diabetes tipo 2, el síndrome metabólico o las afecciones cardiovasculares.

En lo que concierne al ejercicio y la salud, la medicina darwiniana señala que es una regla general en zoología que todos los animales deben gastar energía muscular para conseguir la energía de los alimentos. El ser humano habitante de países desarrollados es el único mamífero que es capaz de ingerir grandes cantidades de alimentos muy calóricos sin realizar el más pequeño esfuerzo muscular para lograrlos. Este alejamiento de nuestro diseño evolutivo (sedentarismo) favorece la enfermedad.

El ejercicio físico ejerce sus efectos saludables al actuar sobre diferentes niveles que se comentarán brevemente. Uno de los cambios se produce en los propios protagonistas del movimiento, como son los músculos, las articulaciones y los huesos. El ejercicio habitual aumenta la flexibilidad, la velocidad y la fuerza de contracción muscular mediante modificaciones anatómicas y fisiológicas: las fibras musculares aumentan en grosor y en número, mejoran su capacidad (enzimas y transportadores) para aprovechar la energía, y aumentan su vascularización para favorecer el aporte de los nutrientes y el oxígeno. El ejercicio mejora los movimientos de las articulaciones. Respecto a los huesos, el ejercicio físico favorece el depósito de calcio, lo que constituye una de las armas más eficaces para prevenir la osteoporosis.

Ya que el ejercicio físico requiere un gasto energético, uno de los efectos beneficiosos del ejercicio físico se ejerce sobre el metabolismo de las grasas y de la glucosa. Es de destacar que la práctica habitual de ejercicio físico es la única medida no farmacológica capaz de elevar los niveles de colesterol HDL, el colesterol «bueno». También los triglicéridos se reducen con el ejercicio físico continuado. Igualmente son bien conocidos los efectos beneficiosos del ejercicio físico sobre la hiperglucemia, que actúa en dos niveles fundamentales: por una parte, el ejercicio físico favorece el consumo de glucosa por el músculo; por otra, es la única medida no farmacológica capaz de reducir la resistencia del músculo a la acción de la insulina. Ambas acciones son muy beneficiosas para la diabetes, por eso el ejercicio físico es uno de los pies del trípode que, junto con la dieta y la medicación, debe sustentar un correcto tratamiento de la diabetes.

RESISTENCIA A LA INSULINA, METABOLISMO HIDROCARBONADO Y DIABETES MELLITUS

Existen factores genéticos y ambientales implicados en la etiología de la diabetes mellitus tipo 2. Entre estos últimos están la obesidad y la distribución de la grasa corporal, específicamente la distribución de la grasa intrabdominal. Si se actúa sobre la inactividad física y la dieta mediante una modificación del estilo de vida, se está interviniendo, por tanto, sobre el desarrollo de la diabetes mellitus tipo 2. Por otra parte, también se sabe que la diabetes tipo 2 es una enfermedad dinámica en la que los pacientes frecuentemente se hacen insulinopénicos, dado que su fisiopatología incluye defectos tanto en la acción de la insulina (resistencia a la insulina) como en su secreción (déficit de insulina). El defecto en la acción de la insulina o insulinorresistencia puede ser genético o adquirido, como sucede en situaciones de obesidad abdominal. Además, la hiperglucemia crónica y el incremento de los ácidos grasos libres pueden contribuir a la resistencia a la insulina. Se sabe que el ejercicio mejora la sensibilidad a la insulina traduciéndose en una modalidad de tratamiento.

Uno de los efectos agudos del ejercicio en la diabetes mellitus tipo 2 es la disminución de la glucemia, actuando de forma sinérgica con la insulina en los tejidos sensibles a ésta. La mayoría de los pacientes con diabetes mellitus tipo 2 obesos muestra una disminución de los niveles de glucemia tras el ejercicio físico correlacionada con su duración e intensidad, así como con la glucemia preejercicio. Esta reducción en los niveles de glucemia se atribuye a la disminución en la producción hepática de glucosa con un incremento paralelo de su consumo por parte del músculo esquelético. La disminución de la producción hepá- tica de glucosa se debe a un mecanismo de feed-back negativo asociado a niveles mantenidos de insulina durante el ejercicio y a niveles elevados de glucemia antes del ejercicio. Este efecto reductor de la glucemia es, además, mantenido tras un ejercicio de mediana intensidad. Durante ejercicios de corta duración y de alta intensidad, las glucemias sanguíneas frecuentemente se incrementan en obesos con diabetes mellitus tipo 2 que tienen hiperinsulinemia y permanecen así hasta 1 h después del ejercicio debido al incremento de hormonas contrarreguladoras. El ejercicio y la dieta son los pilares fundamentales en el tratamiento de la diabetes mellitus tipo 2, siendo su combinación más efectiva que su uso aislado para mantener una pérdida de peso adecuada y una mejoría del control metabólico. La pérdida ponderal conduce a una disminución en la resistencia a la insulina y puede ser más beneficiosa en la progresión de la diabetes mellitus tipo 2 cuando la secreción de insulina aún es adecuada.

(Sociedad Española de Diabetes: 2006)

En la opinión de Pinheiro (2002), el profesional que se ocupe del programa de educación y del tratamiento de la Diabetes debe ejercer un papel central, elaborado y orientando la actividad física teniendo en cuenta las características individuales de cada diabético, así como no olvidar que cada diabético tiene un metabolismo diferente, que debe ser tenido en cuenta. El fisioterapeuta como conocedor del metabolismo del diabético, así como de los factores que llevan al desgaste en la actividad seleccionada, puede orientar y ayudar en la propuesta, orientando la selección de forma adecuada y estimulando la práctica de la actividad a través de una programación precisa y personalizada. Nunes (1997) en su estudio llama la atención del hecho de que la prescripción de actividades físicas debe efectuarse de forma individualizada, porque de esta forma se consigue obtener informaciones sobre la propia necesidad de orientación especializada de un profesional ligado al ejercicio físico, así como indicar cuáles son los tipos de actividad más aconsejados y cuáles los ejercicios más adecuados dependiendo de la evaluación efectuada.

(Denise França Silva: 2010)


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